martes, 6 de enero de 2009

Los Cinco Jinetes del Apocalipsis... (Y esto NO es de cine... Sí, dije cinco)

Creo que el principal problema del hombre es que cree saber… o cree que sabe algo… o cree ser mejor por saber algo. Pero me he percatado de que en realidad hasta saber algo significa saber cada vez menos, porque significa tener conciencia de que no se sabe nada de nada de nada… Significa comprender que así como somos mucho menos que un grano de arena en el universo, y un grano de arena no puede comprender como funciona el sistema solar, está más allá de su condición y su espacio. Es entonces lógico que nosotros, tampoco tengamos la capacidad de comprender cómo funciona todo, inclusive nuestro propio cuerpo, no desde el punto de vista fisiológico, sino psicológico. Por ende "saber" algo, significa estar conciente de todas nuestras limitantes, de las pocas capacidades que tenemos para comprender el mundo, el universo y todo lo que ni siquiera tiene caso mencionar en este ensayo.
Cuando esa conciencia se va tomando, hay de dos sopas, o resignarse y seguir aprendiendo para saber cada vez menos, pero con la frente en alto por nuestra NO sapiencia y asumirlo con relativo gusto, pues son cosas que no pueden cambiarse, al menos no de la noche a la mañana; o llorar la tragedia del hombre y lamentarnos de que jamás se podrán tener muchas respuestas al menos en este plano, y por ende dejar de buscar, y dejar de aprender, ya que "no tiene caso".
Creo que la principal diferencia entre los descendientes de los animales y los descendientes de Adán y Eva* (En términos de Ouspensky) es que los primeros creen que saben algo cuando obviamente no saben nada, y en el caso de que sepan que no saben nada no les importa. En otras palabras, haciendo alusión a Waking Life (de Linklater), el hombre común, y el superhombre (o el hombre encaminado a ser el superhombre): La brecha entre el hombre común y el superhombre es más grande que la brecha entre el simio y el hombre común… ¿pero esto a qué se debe? La respuesta está en la siguiente pregunta: ¿cuál es el obstáculo que se ha hecho presente con más frecuencia a lo largo de la historia en el hombre: el miedo o la flojera? Siendo obviamente descendientes de Adán y Eva los futuros superhombres, y siendo hombre común los descendientes de los animales.
Miedo y Flojera… Presentes en cada momento de la historia desde los primeros tiempos… miedo al fuego, miedo a la sabiduría, miedo a las "brujas", miedo a los animales salvajes, miedo a las tormentas. La flojera ha sido la causante de creaciones que aunque hoy juzgamos como buenas, cuando antes eran un lujo ahora son una necesidad y el hombre poco a poco se ve más desamparado ante la idea de que falten: la estufa, la lavadora, el microondas, los automóviles, la comida preparada, la televisión (flojera a pensar), la música pop (flojera a escuchar), los trabajos de oficina (flojera al trabajo físico), la computadora (flojera de escribir a mano), el teléfono, y ahora hasta los celulares. Antes podíamos llegar a casa a hacer nuestras llamadas o recibirlas sin que fuera una urgencia de vida o muerte, y ahora parece que el hombre está perdido del mundo si no tiene la posibilidad de entablar comunicación desde el metro o desde su coche.
Los romanos tenían miedo de las ideas que proponía Jesús y lo destruyeron, Hitler le tenía miedo al imperio judío y provocó la segunda guerra mundial, México le tiene miedo a su gobierno (tal vez por los tristes recuerdos de 1968) y prefiere que lo aplasten antes de revelarse, Japón le tiene miedo a Estados Unidos y prefiere no tener ejército con tal de llevársela en paz, cuando con su tecnología le partirían la madre sin problema a nuestros vecinos (no se trata de hacer guerra, sólo de enfrentar las realidades…las tristes realidades… aunque con este tema y la discusión de la realidad y la no realidad podría desplegar otro ensayo, así que prefiero hacer en este momento caso omiso a la definición –o MÍ definición de realidad)… a veces da miedo el conocimiento con el que nos encontramos al abrir un libro y dejamos de leerlo. A veces nos da flojera comprender la totalidad del conocimiento con el que nos topamos y cerramos el libro, para nunca más abrirlo. Hombres que le tienen miedo a las mujeres, mujeres que le tienen miedo a los hombres. Hombres a los que le da flojera una relación con una mujer y viceversa, cuando cósmicamente y desde tiempos de Hermes Trismegisto (mucho antes de Platón, remontándonos al antiguo Egipto) se sabe que la perfección se alcanza con la unión de los dos sexos. Es el todo absoluto hecho carne, hecho cuerpo. El hombre da, la mujer recibe, los dos se entregan, los dos crean, los dos creen.
La estrella de David lo corrobora, más allá de pertenecer a cualquier religión el V es el femenino, que en este caso se cierra: ?, representa a la matriz. El triángulo sin cerrar boca arriba es el símbolo masculino, representa al pene, o aparato reproductor, y al cerrarlo tenemos un triángulo?, que en conjunción con la matriz femenina crean una figura perfecta, igual de poderosa que el pentagrama o pentáculo, que el mismo rey Salomón usaba en su sello (un anillo) en una aleación de siete metales con inscripciones en arameo, según cuenta la historia. Se dice que el anillo le daba sabiduría y fuerza indescriptibles, y se le recuerda como uno de los reyes más temidos, y sin embargo más amados de la historia, por su justicia y su inteligencia. Fue el rey que amenazó con partir a un niño a la mitad por el que dos mujeres peleaban alegando cada una que era su hijo, y que al levantar la espada, con la expresión que puso en su rostro la verdadera madre pudo descubrirla (¿Qué es mejor para el pueblo, un rey temido o un rey amado? Dícese que es mejor un rey temido que después sea amado, porque ello le otorga respeto de los suyos, y un rey amado no es nada más que eso…).
Salomón, Crowley, Eliphas Levi, Jesús, Hermes Trismegisto, los Reyes Magos (por irónico que se oiga, Melchor, Gaspar, y Baltasar, que al parecer pertenecían a los Masones, sí existieron, y tenían los secretos que esa milenaria "secta" no comparte con nadie externo), Merlín, Agrippa, Gerald Gardner… para bien o para mal creo que todos ellos eran descendientes de Adán y Eva… iniciados, buscadores de la verdad y de los pocos que se han percatado y han enfrentado la idea de que no somos ni sabemos nada, pero después de un largo esfuerzo podemos serlo.
Ahí está la otra cuestión ¿ser qué? ¿saber qué? ¿hacer qué? La respuesta que YO daría aquí tiene más connotación fisiológica que "mágica", o "secreta"…
Si un ser humano que se aplica al estudio, conocimiento, desarrollo, a lo largo de su vida, esto es si VERDADERAMENTE se aplica, para el final de su vida (70 años aproximadamente), sólo estará usando el diez por ciento de su cerebro, y los científicos más pesimistas dicen que no más del 8%, entonces ¿qué no es posible que tengamos habilidades que ni siquiera nosotros mismos imaginamos? Hay científicos que afirman que el hombre no es capaz de imaginarse lo que no conoce. Un ejemplo son las películas de extraterrestres, en ellas todos tienen piernas, brazos y boca, o se parecen a algún animal terrestre, cuando (pienso yo) la vida que NO conocemos no tiene por qué tener ojos, boca, piernas y brazos o parecer un gusano.
¿Qué no puede haber un tipo de vida más evolucionada que no comprendamos y que no haya sido posible plasmarla porque NO la conocemos? ¿No sería posible, entonces que un diez por ciento del cerebro fuera para memoria perfecta, otro diez para todas las habilidades de los "mediums", otro diez por ciento intelectual, otro diez por ciento emotivo, otro diez por ciento para el cuerpo (controlar la edad, vernos justo como queremos, adelgazar o engordar, curar enfermedades… sí, por absurdo que pueda leerse, créanme que entiendo el "disparate" que estoy escribiendo… si el cuerpo tiene –científicamente comprobado- los componentes necesarios para sanar una herida mortal en ese mismo momento sin siquiera dejar cicatriz, y de negativizar el cáncer y el SIDA -como también está comprobado-, aunque no saben a qué se atribuye ¿entonces una pequeñez como engordar o enflacar con sólo el pensamiento suena tan descabellado?), otro diez por ciento para relacionarse con la naturaleza… esto podría ser hablar con los animales, comunicarse con ellos, respirar bajo el agua…, otro diez por ciento para la magia física (no la de comunicarse con espíritus, hadas y duendes, esa es la anterior), sino para manipular los cuatro elementos y usar las leyes físicas a nuestro favor (el principio de la magia pura)… y más y más?
Si nadie nos enseña el poder que tenemos de oreja a oreja (cerebro) y no lo encontramos en la literatura, ni en la televisión (últimamente la televisión reemplaza todas las enseñanzas de la escuela que antes se llamaba VIDA) ¿cómo descubrirlo? ¿Cómo incrementarlo? ¿Por qué sólo el ocho por ciento, por qué sólo el diez por ciento? ¿A caso se debe a que estamos muy poco tiempo en la tierra? Hace tres mil años la gente vivía TREINTA años y sabía (según puedo ver en el libro de los muertos y en los escritos de los iniciados) mucho más que nosotros en todos los aspectos, usaban mucho más del 10% del cerebro… quizás hasta un 20… Ahora el promedio de vida sobrepasa los 70 años… en muchos casos los 90, y con los avances científicos se irá incrementando cada vez más, no sería absurdo que en treinta años viviéramos en promedio cien años… y sin embargo, en lugar de desarrollar más facultades y capacidades de nuestro cerebro, parece que estamos durmiéndolas, olvidándolas… pero entonces el problema no es el tiempo… no se puede decir que usemos el 8% porque vivimos 70 (80, 90, 100) años. Si hace tres mil años usábamos, por decirlo el quince por ciento, y sólo se vivían 30 años, entonces ¿a qué se debe este retroceso? ¿A qué se debe que nuestro cerebro, nuestra esencia, nuestra magia (hablando de los descendientes de Adán y Eva, pues los descendientes de los animales son caso perdido) en lugar de despabilarse se esté durmiendo, perdiendo? ¿Por qué se está perdiendo la información que teníamos al alcance sin necesidad de libros, y quizás hasta sin necesidad de palabras (telepatía) hace tres mil, diez mil años? ¿Por qué cada vez pensamos menos? ¿Por qué cada vez intuimos menos? ¿El miedo y la flojera son los culpables? ¿Hay a caso otro "demonio" que no somos capaces de ver? ¿El demonio es el mismo hombre? Si es así ¿por qué no puede percatarse de ello? ¿Son el consumismo (La Peste: medios por aquí, medios por allá, aún dormidos tenemos comerciales de espectaculares impresos en la mente, la peor contaminación… nunca antes vista), la política (La Guerra), el egocentrismo (egoísmo, individualismo, envidia: La Muerte -en vida-), y la anorexia y bulimia (El Hambre) los nuevos cuatro jinetes del Apocalipsis?
¿Es que nos tenemos tanto miedo a nosotros mismos que los demonios los hemos creado nosotros? ¿Es que el hombre se sabe en la conciencia colectiva tan nocivo para el universo que prefiere autodestruirse? Y si así es, ¿qué pasa con los pocos que no son nocivos, ni le dan ni le quitan a la naturaleza ni a otros como él? ¿Están también "condenados"?
Como siempre, preguntas sin respuesta… Tal vez el famoso Apocalipsis es un proceso que durará 200 años a partir de 1900 y que como todos esperan que sea cuestión sólo de unas horas no se han percatado de ello… Tal vez un quinto jinete es el hombre mismo: el hombre como hombre. Si los animales tuvieran conciencia y vieran a un jinete con forma humana a lado de los otros cuatro (que tendrían cuerpo amorfo, como sólo el hambre y la peste pueden tenerlo), huirían primero y sin duda alguna de el humano, que es el que identifican con sangre, dolor, sufrimiento, tristeza, miedo, desequilibrio, pérdida, ambición, avaricia, egoísmo, torturas… Entonces tal vez no sean cuatro ni cinco jinetes, sino uno, uno solo y bien grande, que se organiza como hormigas y que crea micro hormigas a su imagen y semejanza, que se multiplican… duermen al cerebro, doblegan la conciencia colectiva, esclavizan sin cadenas (un esclavo encadenado tiene cadenas porque jamás se resignó).
Todas estas dudas (y muchas más) me dejan más que en claro que entre más sé en realidad es cada vez menos… y por otro lado el saber que no sé a mi parecer es un grano de arena para la salvación de mi mente… para poder alcanzarle los talones con mi boca al superhombre algún día.


* De su libro "Charlas con un diablo", el cuento "El diablo benevolente", donde éste, le aclara a un hombre "común" que hay dos tipos de personas, y les pone esos calificativos por señalarlos de alguna manera: Descendientes de los animales: tal y como sería el hombre que ha evolucionado directamente del mono, preocupado por sus necesidades básicas: lugar para dormir, abrigo, comida, sexo y reproducción, sin sueños, sin metas, dormidos… Los descendientes de Adán y Eva serían los hombres que habrían evolucionado directamente de ellos: pensantes, creativos, soñadores, poetas y locos… posiblemente desequilibrados y rebeldes, pero mucho más susceptibles al aprendizaje y a la realización espiritual y mental que la eterna sumisión y pereza de los primeros.

Más cine... The Innocents (Jack Clayton)


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El primer contacto que tuve como espectador acerca del trabajo de Jack Clayton, fue hace aproximadamente dos años, una de esas noches en que por azares del destino me senté frente a la televisión, para ver la película del canal once de aquella noche. Debió de ser entre semana porque no recuerdo haber tenido ninguna invitación a salir, pero lo más raro aún fue que decidiera salir de mi cueva (mi cuarto) para sentarme en la sala. Los comerciales me desesperan, la sala es fría, el espacio es muy grande y la televisión es relativamente pequeña y si se le sube mucho el volumen retumba por toda la casa.
Por esos días andaba iniciando mi colección de películas (que ahora pasa de 800) y tenía fresquecitos varios de los libros de Francisco Sánchez que ha sido como mi mentor a través de ellos para buscar, encontrar y ver películas que en verdad valen la pena. No niega la existencia de Hollywood pero a la vez recuerda a Tarkovsky, y puede ser para él una musa tanto Marilyn Monroe como Julissa en sus buenos tiempos.
Sin embargo, pese a que mi mentor es una eminencia dentro del conocimiento del séptimo arte, en todos sus libros la única película que menciona de Clayton es The Innocents, no menciona Waking Life (Linklater) que es una de mis películas favoritas, y tampoco cuenta a Hair como una de las obras maestras de Milos Forman, pero ya tendré oportunidad de comentárselo, finalmente siempre está abierto a sugerencias y a ver cosas "raras".
Esa noche la película que se presentaba era Our Mother's House, erróneamente nombrada en español Todas las Noches a las Nueve, nombre que no me hizo muy feliz al verla completa porque pierde completamente el contexto de la película.
Our Mother's House me pareció una película bellísima, cruda y triste, pero a la vez con un toque de inocencia que solo los niños, que en este caso son los protagónicos pueden darle. Es hábil, acapara la atención en menos de dos escenas, y las circunstancias, que datan de una Inglaterra de 1968 son perfectamente justificables de una u otra manera.
Fue un tanto triste descubrir que nunca salió a DVD ni a videocasette tratándose de la obra que es, tan cuidada en todos los aspectos, así que el reto de conseguirla no fue nada fácil. Pero después de semanas, meses, y ahora dos años, gracias a la maravilla de los downloads piratas, pude bajarla de internet en excelente calidad, de algún buen samaritano que se tomó la molestia de subirla a la red de la televisión. Fue así como logré volver a verla después de agotar todos los puestos piratas y librerías y tiendas de video (DVD) formales de la ciudad y de desesperarme buscando alguna copia en las páginas en las que venden cualquier cachivache en la web.
Después de mi segundo encuentro con ella, y redescubrir a Clayton, me puse a investigar un tanto sobre su trabajo y me dio tristeza descubrir que a sus 73 años, edad en la que falleció, sólo dirigió diez películas, de las que estoy en vías de conseguir otras cuatro.
Así, pues, según IMDB, la base de datos más grande de cine de internet, en la que todos los cinéfilos obsesivos (como yo) califican cuanta película ven, descubrí que The Innocents, según el público es una de las diez mejores películas de terror de todos los tiempos. La votación suele ser bastante acertada porque los usuarios registrados son tan cinéfilos o cinéfagos como yo, y con varios he coincidido en los foros sobre las mismas, y la intriga aumentó cuando descubrí que ésta también era de Clayton, su cuarta película, que dirigía a los 40 años. Terror mezclado con Clayton sonaba como algo muy ambicioso, extravagante y poco creíble, porque si bien Our Mother's House (aunque la dirigió después) es excelente, es un drama, en el que no hay suspenso, ni terror en ninguna escena, tal vez un poco de intriga, pero él se concentra más en las emociones de los niños Hook. En este filme por cierto, también descubrí a Pamela Franklin que es la adorable niña de The Innocents, y de la que comencé a seguir su filmografía, y seguramente Panchito también la incluiría en su lista de musas si esas películas hubieran llegado a México con la Franklin más crecidita, pero es el eterno coraje de los cinéfilos, las películas que verdaderamente valen la pena, o no llegan a México o se tardan unos diez añitos en llegar (Vuelvo a darle gracias a las redes pirata porque de otro modo sería imposible conseguirlas).
The Innocents es un thriller en blanco y negro, que entre color y año no suena como algo capaz de asustar a nadie, sobretodo con el bombardeo de efectos especiales que han ido llegando y mejorando en la última década. Si son peras o son manzanas, la curiosidad me mataba.
Tengo que admitir que no conocía a Deborah Kerr (aunque también ya estoy en vías de adquirir más películas suyas) y que no me imaginaba que ciertos temas se abordaran en cine en esas épocas (aunque de una manera más "light", mencionan la posesión, que se supone que por primera vez fue tratada en El Exorcista, bien pues, he descubierto que eso es un mito, así como en The Legend of Hell House -1973, John Hough-, la misma adorable niña que encarna a Diana en Our Mother's House y a Flora en The Innocents –Pamela Franklin-, tiene sexo con un demonio, así que eso de la necromancia también se venía viendo varios años antes de que Hollywood atacara con esos temas).
Miss Giddens es encargada para cuidar a dos hermanos encantadores, de alrededor de 7 y 9 años, Flora y Miles, en una gran mansión en una pradera de sueño en la Inglaterra de la clase alta del siglo XIX.
A primera vista Giddens se enamora de los niños, que son dulces, hermosos, educados, y sencillos, pero con su llegada comienzan las pesadillas y a ratos Flora canta como con la mirada ausente una cancioncilla que en lugar de oírse tierna resulta tétrica.
Giddens comienza a tener lo que no se sabe si son alucinaciones o en verdad encuentros con dos fantasmas, que tras investigar, son las apariciones de la ex cuidadora de los niños y el antiguo encargado de la mansión, ambos fallecidos.
Tras investigar las actitudes de los niños, se encuentra convencida de que los niños no solo oían y veían partes del romance indecoroso de Grose y Quint, sino que se encuentran poseídos por ellos cuando la canción se hace presente. Los niños no parecen recordar esos momentos, y cuando están juntos bien es real que parecen más una pareja de jóvenes enamorados que de hermanos jugando.
Giddens está convencida de que si los niños aún no lo han tenido es muy posible que tengan pronto un encuentro ilícito, cosa que la atormenta, y más aún por la edad de los niños, además de porque toda la responsabilidad de la casa cae sobre ella. Los niños en ningún momento disimulan que tienen un secreto pero jamás lo comparten abiertamente pero niegan ver los fantasmas que Giddens jura ver.
Resulta desconcertante ver el posible incesto en dos niños de esa edad, o peor, imaginarlo, y más desconcertante aún ver en ambos, actitudes perfectamente adultas en algunos momentos. Miles le coquetea en todo momento a Giddens y se refiere a ella como "my dear", y a Flora jamás se le ve cargando una muñeca además de que sus modales no son los comunes para su edad. Asumo que esto es perfectamente a propósito y el director perfectamente logra desconcertarnos sin saber cuál de las dos partes es la verdadera. Si es un juego de niños, si en verdad están poseídos, si están concientes de lo que hacen, o si Giddens está alucinando. Las cosas empeoran cuando Giddens empieza a sentir algo por Miles y ni siquiera ella sabe si es por el Miles niño, por el Miles hombre, o por Quint, el adulto fallecido. La culpabilidad la tortura, y ansía despertarlo de sus ensoñaciones o posesiones con el fin de no hacer algo de lo que ella misma pueda arrepentirse, pero el conejillo de indias es Flora, a quien decide "despertar" primero a capa y espada. No se sabe si Flora deja a un lado su fantasía para crecer como lo estipulan las reglas, o si en verdad Grose la abandona, pero el resultado es terrible. El siguiente es Miles, pero con las ideas de Giddens, solo aguarda un final desgarrador.
Dentro de la confusión que desarrolla la película, el miedo, los secretos no dichos del ama de llaves y de los niños, la trama hace que la tensión, la agilidad y la curiosidad vayan aumentando, y que con el final, que es posiblemente la escena erótica mejor lograda que he visto por todo su contexto, que reside en un beso apasionado de Giddens hacia Miles, uno se quede lleno de dudas, de confusión, de empatía en algún momento por alguno de los personajes y de la eterna duda "¿Cuál era la realidad?".
Clayton juega con ensoñaciones, alucinaciones, fantasmas, inocencia que resulta no ser tan inocente y con un romance entre niños que parecen saber perfectamente bien lo que están haciendo. ¿Son niños o son adultos? ¿Giddens está loca o en verdad ve lo que ve? ¿Qué tanto sabe el ama de llaves? ¿Qué ocurrió en realidad con Quint y Grose que tuvieron una relación sadomasoquista frente a los niños sin ningún pudor? Si siguen ahí ¿por qué no abandonaron la casa cuando murieron? ¿Por qué los adorables niños? ¿Qué ocurre después del beso?
Me seguiré haciendo esas preguntas aunque me causa cierto placer no poder responderlas.
Bien dice Zulawski (Posesión, 1981) "En lo que a mí respecta, no hago concesiones con los espectadores, esas víctimas de la vida que creen que una película es sólo para disfrutarla y que no saben nada sobre su propia existencia".

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