El primer contacto que tuve como espectador acerca del trabajo de Jack Clayton, fue hace aproximadamente dos años, una de esas noches en que por azares del destino me senté frente a la televisión, para ver la película del canal once de aquella noche. Debió de ser entre semana porque no recuerdo haber tenido ninguna invitación a salir, pero lo más raro aún fue que decidiera salir de mi cueva (mi cuarto) para sentarme en la sala. Los comerciales me desesperan, la sala es fría, el espacio es muy grande y la televisión es relativamente pequeña y si se le sube mucho el volumen retumba por toda la casa.
Por esos días andaba iniciando mi colección de películas (que ahora pasa de 800) y tenía fresquecitos varios de los libros de Francisco Sánchez que ha sido como mi mentor a través de ellos para buscar, encontrar y ver películas que en verdad valen la pena. No niega la existencia de Hollywood pero a la vez recuerda a Tarkovsky, y puede ser para él una musa tanto Marilyn Monroe como Julissa en sus buenos tiempos.
Sin embargo, pese a que mi mentor es una eminencia dentro del conocimiento del séptimo arte, en todos sus libros la única película que menciona de Clayton es The Innocents, no menciona Waking Life (Linklater) que es una de mis películas favoritas, y tampoco cuenta a Hair como una de las obras maestras de Milos Forman, pero ya tendré oportunidad de comentárselo, finalmente siempre está abierto a sugerencias y a ver cosas "raras".
Esa noche la película que se presentaba era Our Mother's House, erróneamente nombrada en español Todas las Noches a las Nueve, nombre que no me hizo muy feliz al verla completa porque pierde completamente el contexto de la película.
Our Mother's House me pareció una película bellísima, cruda y triste, pero a la vez con un toque de inocencia que solo los niños, que en este caso son los protagónicos pueden darle. Es hábil, acapara la atención en menos de dos escenas, y las circunstancias, que datan de una Inglaterra de 1968 son perfectamente justificables de una u otra manera.
Fue un tanto triste descubrir que nunca salió a DVD ni a videocasette tratándose de la obra que es, tan cuidada en todos los aspectos, así que el reto de conseguirla no fue nada fácil. Pero después de semanas, meses, y ahora dos años, gracias a la maravilla de los downloads piratas, pude bajarla de internet en excelente calidad, de algún buen samaritano que se tomó la molestia de subirla a la red de la televisión. Fue así como logré volver a verla después de agotar todos los puestos piratas y librerías y tiendas de video (DVD) formales de la ciudad y de desesperarme buscando alguna copia en las páginas en las que venden cualquier cachivache en la web.
Después de mi segundo encuentro con ella, y redescubrir a Clayton, me puse a investigar un tanto sobre su trabajo y me dio tristeza descubrir que a sus 73 años, edad en la que falleció, sólo dirigió diez películas, de las que estoy en vías de conseguir otras cuatro.
Así, pues, según IMDB, la base de datos más grande de cine de internet, en la que todos los cinéfilos obsesivos (como yo) califican cuanta película ven, descubrí que The Innocents, según el público es una de las diez mejores películas de terror de todos los tiempos. La votación suele ser bastante acertada porque los usuarios registrados son tan cinéfilos o cinéfagos como yo, y con varios he coincidido en los foros sobre las mismas, y la intriga aumentó cuando descubrí que ésta también era de Clayton, su cuarta película, que dirigía a los 40 años. Terror mezclado con Clayton sonaba como algo muy ambicioso, extravagante y poco creíble, porque si bien Our Mother's House (aunque la dirigió después) es excelente, es un drama, en el que no hay suspenso, ni terror en ninguna escena, tal vez un poco de intriga, pero él se concentra más en las emociones de los niños Hook. En este filme por cierto, también descubrí a Pamela Franklin que es la adorable niña de The Innocents, y de la que comencé a seguir su filmografía, y seguramente Panchito también la incluiría en su lista de musas si esas películas hubieran llegado a México con la Franklin más crecidita, pero es el eterno coraje de los cinéfilos, las películas que verdaderamente valen la pena, o no llegan a México o se tardan unos diez añitos en llegar (Vuelvo a darle gracias a las redes pirata porque de otro modo sería imposible conseguirlas).
The Innocents es un thriller en blanco y negro, que entre color y año no suena como algo capaz de asustar a nadie, sobretodo con el bombardeo de efectos especiales que han ido llegando y mejorando en la última década. Si son peras o son manzanas, la curiosidad me mataba.
Tengo que admitir que no conocía a Deborah Kerr (aunque también ya estoy en vías de adquirir más películas suyas) y que no me imaginaba que ciertos temas se abordaran en cine en esas épocas (aunque de una manera más "light", mencionan la posesión, que se supone que por primera vez fue tratada en El Exorcista, bien pues, he descubierto que eso es un mito, así como en The Legend of Hell House -1973, John Hough-, la misma adorable niña que encarna a Diana en Our Mother's House y a Flora en The Innocents –Pamela Franklin-, tiene sexo con un demonio, así que eso de la necromancia también se venía viendo varios años antes de que Hollywood atacara con esos temas).
Miss Giddens es encargada para cuidar a dos hermanos encantadores, de alrededor de 7 y 9 años, Flora y Miles, en una gran mansión en una pradera de sueño en la Inglaterra de la clase alta del siglo XIX.
A primera vista Giddens se enamora de los niños, que son dulces, hermosos, educados, y sencillos, pero con su llegada comienzan las pesadillas y a ratos Flora canta como con la mirada ausente una cancioncilla que en lugar de oírse tierna resulta tétrica.
Giddens comienza a tener lo que no se sabe si son alucinaciones o en verdad encuentros con dos fantasmas, que tras investigar, son las apariciones de la ex cuidadora de los niños y el antiguo encargado de la mansión, ambos fallecidos.
Tras investigar las actitudes de los niños, se encuentra convencida de que los niños no solo oían y veían partes del romance indecoroso de Grose y Quint, sino que se encuentran poseídos por ellos cuando la canción se hace presente. Los niños no parecen recordar esos momentos, y cuando están juntos bien es real que parecen más una pareja de jóvenes enamorados que de hermanos jugando.
Giddens está convencida de que si los niños aún no lo han tenido es muy posible que tengan pronto un encuentro ilícito, cosa que la atormenta, y más aún por la edad de los niños, además de porque toda la responsabilidad de la casa cae sobre ella. Los niños en ningún momento disimulan que tienen un secreto pero jamás lo comparten abiertamente pero niegan ver los fantasmas que Giddens jura ver.
Resulta desconcertante ver el posible incesto en dos niños de esa edad, o peor, imaginarlo, y más desconcertante aún ver en ambos, actitudes perfectamente adultas en algunos momentos. Miles le coquetea en todo momento a Giddens y se refiere a ella como "my dear", y a Flora jamás se le ve cargando una muñeca además de que sus modales no son los comunes para su edad. Asumo que esto es perfectamente a propósito y el director perfectamente logra desconcertarnos sin saber cuál de las dos partes es la verdadera. Si es un juego de niños, si en verdad están poseídos, si están concientes de lo que hacen, o si Giddens está alucinando. Las cosas empeoran cuando Giddens empieza a sentir algo por Miles y ni siquiera ella sabe si es por el Miles niño, por el Miles hombre, o por Quint, el adulto fallecido. La culpabilidad la tortura, y ansía despertarlo de sus ensoñaciones o posesiones con el fin de no hacer algo de lo que ella misma pueda arrepentirse, pero el conejillo de indias es Flora, a quien decide "despertar" primero a capa y espada. No se sabe si Flora deja a un lado su fantasía para crecer como lo estipulan las reglas, o si en verdad Grose la abandona, pero el resultado es terrible. El siguiente es Miles, pero con las ideas de Giddens, solo aguarda un final desgarrador.
Dentro de la confusión que desarrolla la película, el miedo, los secretos no dichos del ama de llaves y de los niños, la trama hace que la tensión, la agilidad y la curiosidad vayan aumentando, y que con el final, que es posiblemente la escena erótica mejor lograda que he visto por todo su contexto, que reside en un beso apasionado de Giddens hacia Miles, uno se quede lleno de dudas, de confusión, de empatía en algún momento por alguno de los personajes y de la eterna duda "¿Cuál era la realidad?".
Clayton juega con ensoñaciones, alucinaciones, fantasmas, inocencia que resulta no ser tan inocente y con un romance entre niños que parecen saber perfectamente bien lo que están haciendo. ¿Son niños o son adultos? ¿Giddens está loca o en verdad ve lo que ve? ¿Qué tanto sabe el ama de llaves? ¿Qué ocurrió en realidad con Quint y Grose que tuvieron una relación sadomasoquista frente a los niños sin ningún pudor? Si siguen ahí ¿por qué no abandonaron la casa cuando murieron? ¿Por qué los adorables niños? ¿Qué ocurre después del beso?
Me seguiré haciendo esas preguntas aunque me causa cierto placer no poder responderlas.
Bien dice Zulawski (Posesión, 1981) "En lo que a mí respecta, no hago concesiones con los espectadores, esas víctimas de la vida que creen que una película es sólo para disfrutarla y que no saben nada sobre su propia existencia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario